domingo, 4 de noviembre de 2007

Batman: Birth of the Demon

"He's doing a lousy job of it, isn't he?" Batman.

"Of what?" Talia.

"Obliterating the past." Batman.

Soy un gran fan de Greg Rucka como novelista, pero nunca he estado de acuerdo con su decisión de matar a Ra's Al Ghul. Por eso, a pesar de que poseo el trade paperback de Death and the Maidens, me he rehusado a leerlo. ¿Cuál es el punto de que el segundo peor enemigo de Batman (nadie podrá destronar al Joker, conceptualmente) sea inmortal, si luego aparece un escritor con una buena historia que establece su muerte "definitiva"?

Pese a sus defectos, Batman Begins logró un trabajo magnífico al balancearse entre ambos entornos narrativos: No le impuso a la audiencia tradicional del cine la inmortalidad de Ra's y tampoco se la negó a los fanáticos de la mitología del Dark Knight. Aplausos a David Goyer. En lo personal, siempre soñé con ver a Al Pacino pronunciando los monólogos apocalípticos de Ra's, pero tras ver la emotiva interpretación multi-facética de Liam Nesson es difícil imaginar a alguien más asumir el rol de este archi-villano. Y es probablemente su papel en este exitoso film el ingrediente que su popularidad requería para que DC Comics decidiera revivirlo.

Seguramente todos conocen la contribución suprema de Denny O'Neil al Hamlet de los superhéroes, y uno de los elementos indelebles que aportó fue precisamente Ra's Al Ghul, el adversario cuyo nombre significa "La Cabeza del Demonio". Ante la historia de Batman and Son de Grant Morrison y la inminencia de su crossover The Resurrection of Ra's Al Ghul releí una de las joyas de mi colección: Batman: Birth of the Demon.

Antes de abordar la trama de este especial de lujo de tamaño extra de 1992 quiero comentar sobre el arte que Norm Breyfogle presenta. Mi malsana fijación con Batman empezó cuando tenía diez tiernos años, tras ver la controversial película de Tim Burton. En ese entonces y en los años subsiguientes el principal equipo creativo de los títulos regulares del personaje eran Alan Grant como guionista y Breyfogle como dibujante. Ellos aportaron historias seminales como la introducción del Ventrílocuo y Scarface y la adopción del puesto de Robin por Tim Drake. El trabajo de Breyfogle siempre estará grabado en mi mente como uno de los definitivos sobre Batman (No me atreveré a compararlo con Neal Adams, Marshal Rogers o Jim Aparo, pero en mí tuvo el mismo efecto). Es instintivamente detallista cuando la historia lo requiere y trascendentalmente simbólico cuando el tema lo exige. Su Batman puede ser una criatura demoníaca en un panel y un caballero noble en el siguiente; su Bruce se salva de ser un patán con Alfred en una página porque en la siguiente se disculpa y se revela compasivo y apuesto. Norm Breyfogle es un maestro de la escena que fusiona el realismo con el simbolismo de la trama. Si alguien duda de su versatilidad, que consulten sus contribuciones en los primeros capítulos de la caída del héroe en Knightfall. Me resulta de mal gusto que ahora DC Comics quiera revivir las interpretaciones exageradas de Kelley Jones sin ofrecernos también un nuevo turno de Norm. (Y ya que estoy en el tema, ¿qué está haciendo Graham Nolan actualmente?)

Pero nos ocupa en realidad Birth of the Demon que no es otra cosa sino el origen de Ra's Al Ghul, escrito por su padre literario, Denny. Ésta es una hermosa historia no sólo dibujada sino pintada por Breyfogle, que empieza con un capítulo que resulta lógico en la saga de estos dos oponentes: Batman está inutilizando los Pozos de Lázaro que Ra's emplea para prolongar su longevidad (Idea que luego Chuck Dixon reciclaría con el personaje de Bane). Arranca con lo que podría ser una confrontación tradicional pero rápidamente pone a Bruce Wayne en peligro mortal y lo conduce a una conversación memorable con uno de sus amores frustrados, Talia Al Ghul.

"You clutch at the deaths of your parents as a baby clutches a blanket." Talia.

La habilidad narrativa de Denny O'Neil se desnuda en este libro. Tras pocas páginas se revela como una historia de época, un relato que bien habrían escrito los griegos si hubieran sabido dónde estaría la humanidad en el Siglo XX. O'Neil sabe que los "villanos" memorables no son aquellos que hacen "maldad" sino quienes al ser golpeados por la vida se convencen de que su visión es la más beneficiosa pese al precio que se deba pagar (Magneto, bienvenido al club). Denny, quien de por sí concibió a Ra's como un personaje cuyos fines eran benévolos aunque sus métodos eran deplorables, nos lo presenta como un joven idealista admirable con destino prometedor que cae víctima a las mismas pasiones que en la vida real han humillado a la humanidad. No es difícil identificarnos con las tribulaciones de Ra's; lo difícil de tragar es que igual nos vemos reflejados con autenticidad de las decisiones del Salimb y su hijo. Y, para martillarnos su punto, exhibe a Batman como una persona obstinada e intransigente. ¿Cambiaría algo reconocer las emociones que inspiran a tu enemigo? Claro que no; pero entonces no serías tu, Bruce.

Y así comienza la guerra, entre profecías y metáforas deliberadamente cíclicas.

"So, once more it comes to elemental savagery. You two are the wisest, most intelligent men on the planet, and still you must settle your differences like beasts." Talia.

Les recuerdo que la historia que reseño no es novedad, tiene quince años de publicada y casi tantos desde que la leí por primera vez, conservada para que el ambiente no deteriore el arte hermoso de Breyfogle. La he releído ahora porque Grant Morrison resucitará a Ra's en los próximos dos meses, y antes me espera no sólo Death and the Maidens sino Ra's Al Ghul: Year One y Batman Annual # 26: The Origin of Ra's Al Ghul.

Pero si alguna de esas historias contradice Birth of the Demon, la rechazaré vigorosamente. Y les recomiendo a ustedes hacer lo mismo.

"Listen to him. He can halt the corruption. He can be our savior." Talia.

"By imposing his will on every single human being alive." Bruce.

"Is that so terrible?" Talia.

"Yes. I think it is." Bruce.

¿Alguien tiene el e-mail de Bush?

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