lunes, 12 de mayo de 2008

Iron Man y el Fenómeno Singer

Debo comenzar por aclarar que mi referencia al talentoso Bryan Singer se limita a su trabajo en las dos primeras películas de X-Men y no al strike que cometió con Superman Returns.

Pues bien, reconozco que nunca he sido lector de Iron Man; nada más me he familiarizado con él por su relación con otros héroes por los cuales sí tengo predilección. Pero cada comic que logra saltar al cine merece nuestro apoyo (Desde Hellboy hasta Catwoman -- Ugh!), y con un elenco de grandes ligas la película prometía el potencial de una X-Men o de un Batman Begins, así que seis horas antes del estreno ya custodiaba mi boleto y contaba los segundos que faltaban para la premiere.
La cantidad de reviews de las últimas semanas y un desempeño sorprendente en la taquilla ya hace obvio el hecho de que Iron Man es un film formidable, el cual califico a la altura de Spider-Man y Batman Begins. De hecho los ingresos de taquilla reportados en el primer fin de semana quedan tan sólo en segundo lugar después del debut cinematográfico de su ex-pupilo, Peter Parker.

Aunque mi falta de familiaridad con la mitología de Tony Stark me impide reconocer cuántas licencias artísticas se tomaron en la traducción, considero que aún si hay un exceso de ellas la película es una interpretación magnífica que incluso logra balancearse entre una película de super-héroes tradicional y una cinta blockbuster de verano diseñada para una audiencia mayor.

Robert Downey Jr. sencillamente se roba el show. Dejando a un lado la ironía de haberlo escogido para el rol del único super-héroe alcohólico, Downey se convierte en Anthony Stark. Pero no lo asume como el Matt Murdock de Ben Affleck o el Reed Richards de Ioan Gruffudd, quienes sólo enfatizaron el plano más evidente del personaje. RDJ hace de Tony una persona real: Sí, sí es un genio con demasiado dinero en sus manos y una mente aburrida en busca de la siguiente emoción, pero Stark nunca se vuelve un cliché. Es una persona real que nos va revelando cada vez más facetas a medida que la película avanza y él va asimilando su epifanía. No es el hecho de que la experiencia en Afganistán le haga reconsiderar su negocio de armas, sino que podemos sentir sus nervios y sus dudas y su ansiedad al tomar la decisión mientras gana tiempo con una quesoburguesa.
El resto del elenco no deja nada que desear. Gwyneth Paltrow se calza los zapatos de Pepper Potts bien, sin permitir que su belleza desencaje con el personaje, y nos deleita con una especial química con Downey Jr. que entretiene y maniobra exitosamente entre los convencionalismos de la confidente femenina en el género. Hasta donde sé Tony no tiene una Lois Lane ni una MJ Watson y de hecho Pepper termina casándose con Happy Hogan, el chofér (Muy listo de part de John Favreau tomar ese rol, ¿eh? Jeff Bridges hace del rol de Obadiah Stane suyo. Nunca nos asfixia con su destino antagónico; es sólo un hombre dispuesto a echar adelante el negocio al precio que sea necesario, y su carisma nos conquista en las primeras porciones de la película. Terence Howard es quizás mi única duda: Su actuación como Jim Rhodes es convincente y se equilibra bien con la de RDJ, pero se me hace un tanto gentil comparado con el Rhodes de los comics. Por irme con una sugerencia predecible, habría visto encajar mejor a Denzel Washington en este papel. Pero ya veremos, más adelante, cuando Rhodes se calze la armadura de War Machine.
Los efectos especiales son asombrosamente convincentes, desde la armadura cruda que Tony construye siendo un rehén de los terroristas hasta la versión final roja y dorada con la cual eventualmente combate al Iron Monger. En ningún momento somos expulsados de la realidad fílmica por estos efectos. Iron Man padece del mismo mal que el Spider-Man de Sam Raimi: Mientras más tiempo el protagonista utilice una máscara completa (en el caso que nos ocupa, de metal, además), más riesgo se corre el director de que, a falta de expresiones faciales para comunicar emociones, su audiencia se desconecte del héroe. Pero Iron Man no se acerca a ese territorio, y ese éxito también debemos atribuírselo en parte a las fundaciones que establece Downey Jr. antes de ponerse la armadura.

La trama la aceptamos con el mismo Talón de Aquiles que aqueja a todas las películas inaugurales del género: Relatar la historia de origen del super-héroe implica una cierta predecibilidad en su forma. Pero en el caso de Iron Man la historia avanza de forma orgánica, y las diferencias marcadas entre Tony Stark y todos sus colegas que le han precedido en la pantalla grande nos hace interesarnos en él mucho antes de que nazca su alter ego. Stark no lo finge como Bruce Wayne; realmente es un mujeriego que bebe demasiado. Su desmesurado genio es contrastado con sus vicios y defectos. No tuve problema alguno con que su génesis se trasladara a Afganistán. Es un mal necesario del personaje: Para mantenerlo joven siempre habrá que mover su origen a la guerra más reciente. Si lo hubiéramos dejado en Vietnam como lo planteó Stan Lee, hoy en día habríamos visto Iron Grandpa. El tiempo y detalles que los realizadores se toman para permitirle a Stark desarrollar la identidad de Iron Man es algo que también se les agradece, y esta fase incluye algunas de las escenas más deliciosas del film.
Todos los halagos que anteceden hay que complementarlos con una ovasión de pie a John Favreau, el director de Iron Man. Aunque lo conocía como actor, cuando escuché que él llevaba el timón en este proyecto titubeé como todos los demás fans. ¿Qué cualidad tenía él que justificaba su elección? ¿No había un James Cameron o un J.J. Abrams disponible? La respuesta radica en El Fenómeno Singer: Confíale la franquicia a un director cuya pasión por y comprensión de la mitología antecede a su necesidad de lucrar con ella. Como Singer cuando re-interpretó a los X-Men para una audiencia cinematográfica, el amor de Favreau por Iron Man y su elenco se deja ver en cada línea de diálogo, en la coreografía de cada escena, en todos los pequeños detalles enterrados en la trama para deleitar a los más fanáticos. Es gracias a él que Iron Man asciende al cénit en el cual ya se encuentra su antiguo protegé, Peter Parker.

Marvel se ha lucido en este primer esfuerzo por tomar control creativo de sus películas. Espero que Ed Norton se haya equivocado en su apreciación de la próxima. Y se rumorea que Marvel está coordinando la traducción de su universo continuo a la pantalla grande. ¿Notaron el escudo del Capitán América en el laboratorio privado de Tony? http://www.firstshowing.net/2008/05/09/captain-americas-shield-found-in-iron-man/ Y al parecer el sero que le inyectaron a Steve Rogers aparece en The Incredible Hulk. Lamento haberme perdido el cameo de Samuel L. Jackson interpretar a Nick Fury al finalizar los créditos, lo cual es fantástico para todos los fans de The Ultimates. Lo que sabemos con certeza es que aparentemente vienen películas de Thor, Ant-Man y el Capitán América. ¿Alguien puede deletrear Avengers?
El éxito rotundo de taquilla ya nos ha garantizado una secuela para el 2010. Menos mal que Favreau sembró semillas como el grupo terrrorista de Los 10 Anillos. Mientras llegue esta segunda entrega, tenemos material para entretenernos por mucho tiempo en este primer episodio, desde la jocosa introduccion de The Strategic Homeland Intervention Enforcement and Logistic Division (Alias SHIELD) hasta una nueva versión de Jarvis que lo distancia de su colega en Gotham City sin privarlo de su personalidad.

Y no puedo dejar de resaltar que Iron Man cuenta con uno de los finales más inesperados pero lógicos en las películas de este género. ¿Que si Tony derrota al villano? Pues sí. ¿Para qué negarlo? La pregunta es qué hace después de su victoria.

A mí, por lo menos, no me quedó otra que cosa sino aplaudir.

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