lunes, 13 de septiembre de 2010

Loeb Imita a Emmerich

No se puede debatir que ULTIMATUM, la mini-serie que cambió el panorama del universo ULTIMATE de Marvel, es una catástrofe inolvidable. Pero el mérito que debemos reconocerle a esta obra de Jeph Loeb y David Finch es que, en una industria en que cada nueva publicación afirma que “cambiará las cosas para siempre”, ésta realmente cumple con esa promesa. Después de ULTIMATUM esta línea alterna ha puesto una abundante distancia creativa de sus contrapartes 616.

En ULTIMATUM hay desastres obvios y no tan obvios. Los primeros aparecen desde el minuto tres de la historia: Los polos magnéticos de la Tierra se invierten, provocando tragedias bíblicas por todo el planeta. Volcanes hacen erupción, terremotos estremecen naciones, Latveria es congelada, y Manhattan queda sumergida bajo un tsunami. Millones perecen instantáneamente, y detrás de la tragedia se encuentra Magneto, quien finalmente se ha hartado de la humanidad y se ha propuesto borrarla de la faz del planeta. A las catástrofes naturales les siguen centenares de ataques suicidas ejecutados por copias de Jamie Madrox—el hombre múltiple—forrados en explosivos.


En el plano menos evidente está el desastre que constituye la construcción y ejecución de la historia en sí. ULTIMATUM es claramente el producto de una decisión editorial. La línea ULTIMATE estaba perdiendo la atención de los lectores y cada vez había menos distinciones entre sus personajes y los del universo original de Marvel. En conjunto con su antecesora, ULTIMATE ORIGINS, esta mini-serie fue trazada para transformar el universo. En la primera descubrimos que los mutantes no son producto de la evolución sino de un proyecto científico, y ULTIMATUM concluye esa premisa al presentarnos un genocidio mutante. Nightcrawler, Angel, Blob, Emma Frost… la lista de mutantes conocidos que rápidamente pierden la vida en sus páginas es extensa, aunque la masacre no se limita a esa especie.

ULTIMATUM no es más que una secuencia de excusas para presentar una escena de muerte tras otra y, para empeorar, es prácticamente imposible hallarle sentido en formato trade paperback, ya que la mini-serie fue diseñada para interactuar con los otros títulos. Entonces, las situacions en las que Johnny Storm, Spider-Man, Doctor Strange y Nicky Fury se encuentran lucen completamente sin sentido o relevancia a la historia. Sin mencionar otros elementos superfluos, como para qué Magneto tenía el martillo de Thor si nunca hizo nada con él, o cuál fue el propósito de introducir a Uautu en ULTIMATE ORIGINS si sólo apareció en un panel con Hulk en ULTIMATUM. Y, ¿qué fue del heraldo que el Watcher escogió en la última página de ORIGINS? ¿No que nos iba a ayudar precisamente con esta devastación?

ULTIMATUM es un proyecto perezoso cuyo único atractivo sería el voyeurismo morboso que atrae al lector a ver las muertes sádicas de personajes que otrora jamás protagonizarían escenas similares. Así que, si quieres ver las muertes de Thor, Wasp, Yellowjacket, Charles Xavier, Wolverine, Magneto y Cyclops, ésta es tu oportunidad.

La peor tragedia de ULTIMATUM no es el holocausto de Magneto sino que el formidable arte de David Lynch se desperdicie en esta debacle, y que un escritor como Jeph Loeb—un autor que nos dio clásicos como THE LONG HALLOWEEN—haya quedado reducido a semejante mediocridad. En defensa de Loeb, he escuchado en podcasts que en su nueva serie ULTIMATE X el autor se reivindica, pero al menos en mi caso tomará mucho convencerme de leer otro libro con su nombre bajo el título.

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