Así se debe haber sentido Michael Corleone.
Había decidido abandonar las nuevas películas animadas de DC Comics, tras decepciones consecutivas con Green Lantern: First Flight, Superman/Batman: Public Enemies y Justice League: Crisis on Two Earths. Pero entonces me enteré que la siguiente película estaría dedicada a Batman, cosa que realmente no habían hecho aún (El experimento anime Gotham Knights no clasifica del todo) y mi determinación empezó a vacilar.
No fui un gran partidario de la decisión de Judd Winick de resucitar a Jason Todd, particularmente porque Denny O’Neil categóricamente había establecido la defunción del segundo Robin y porque ya habían pasado demasiado años desde A Death in The Family. Por otro lado, con el tiempo le he tomado aprecio a la versión adulta de Jason y su rol de anti-héroe irredimible que representa el mayor fracaso de Bruce, y que adquiere un énfasis temático más agudo ahora que Dick Grayson ha asumido el rol de Batman. Y había otro vital factor a favor del proyecto animado de Winick: Nunca ha existido una buena película sobre la relación de Batman con Robin.
Para mi grata sorpresa, con la película animada Batman: Under the Red Hood el mismo Winick repara todas las deficiencias de su historia original y nos entrega una guión trágicamente conmovedor digno de incluirse entre los clásicos del Señor de la Noche. El principal alivio es la extirpación del puñetazo cósmico de Superboy Prime, que desde un principio sabíamos que no resistiría el paso del tiempo. Además, la trama pone especial atención a los detalles necesarios para hacer que A Death in the Family encaje con Under the Hood como si intencionalmente hubieran sido diseñadas para ser segmentos de una sola historia.